Aunque el sector de los semiconductores siempre ha sido inestable y las empresas que se dedican a ello están acostumbradas a que se presenten circunstancias de este tipo, en esta ocasión todo ha ocurrido muy rápido. El coronavirus, ha provocado cambios sin precedentes en la demanda de este componente vital, y la guerra tecnológica entre EE UU y China.
Con la pandemia, los gobiernos impusieron confinamientos que frenaron la industria electrónica, pero la crisis sanitaria impulsó en paralelo el trabajo a distancia, la educación y el ocio en remoto, lo que disparó la demanda de dispositivos tecnológicos. Esta situación llevó a los fabricantes de chips a cambiar sus líneas de producción y destinar los chips a otros productos. Y lo que ocurrió después es que a medida que se fueron levantando las restricciones de confinamiento se reactivó la fabricación normal, sin que la demanda de productos de electrónica de consumo dejara de crecer y los fabricantes se quedaron sin stock.
Durante los dos primeros meses tras la pandemia por el Covid-19, la lucha de los diferentes países por hacerse con equipos médicos esenciales provocó una convocatoria a la necesidad de fabricarlos a nivel local, la actual escasez de chips está llevando a que muchos gobiernos vean necesario traer más fabricación de semiconductores a los mercados occidentales, pues se trata de un componente esencial para la economía y la seguridad. Hay áreas como el 5G, la inteligencia artificial y la ciberseguridad que requieren de los chips más avanzados.
Definitivamente la industria de semiconductores se enfrenta a grandes cambios en estos momentos que según expertos durara dos años para estabilizarse.